Ahora que estamos hablando de las casas y los barrios, les quiero contar sobre un elemento de la casa que me salvó la vida este fin: la ventana. Era el miércoles de Semana Santa y me entraron unas ganas de juerguear así malditas. El resto del fin me iba a quedar en la casa de playa de un pata, pero él no fue desde el miércoles, sino desde el jueves; entonces tuve que buscar una solución a mi problema. Con otros dos patas se nos ocurrió una aventura: quedarnos a jatear en la jato de uno de ellos (que me cayó perfecto porque su jato queda en la misma playa que la de mi otro pata), pero el único roche era que sus viejos llegaban el jueves. Entienden el problema?
Igual nada nos importó. Salimos de Lima a las 11 de la noche y llegamos a la playa casi a la 1 de la mañana. Obvio que yo salí de Lima 100% preparada para llegar, dejar las cosas en la jato e irnos a juerguear. Llegamos y la puerta estaba cerrada, pero uno de mis patas agarró y movió la ventana de su cuarto un par de veces así mismo choro y el seguro se soltó. Nos trepamos por la ventana, dejamos las mochilas, me puse mis tacos y nos fuimos. Todo el menos de 5 minutos.
Así que para todos los que confían en los pestillos que les ponen las inmobiliarias o los que creen que los wachis están siempre atentos a los pirañitas: NO SEAN INGENUOS. Cuiden bien su jato pes.
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