Hace maso menos 3 o 4 años se me dió por montar Skate. En realidad nunca aprendí más que 2 de los trucos más simples, pero bastaba para divertirme y pasar tardes sudorosas con mis causas. Habían pasado dos semanas desde que me compré mi primera tabla en Polvos Azules (para variar) y estaba más que chocho con mi juguete nuevo. Salía todas las tardes hasta a comprar el pan sobre ruedas y los atardeceres de Viernes y Sábado era constante encontrarme en cualquier parque de San Micky City. Un día de esos, con dos amigos del colegio, se nos dio por ir un poco más allá. Nos aventuramos a Pueblo Libre, distrito archi conocido para mí, pues ahí vivían mis abuelos y es donde actualmente resido. Entonces, emprendimos una aventura hasta la avenida Brasil.
En el camino de regreso nos internamos por la calles aledañas camino a San Miguel.
Todo parecía tranquilo; hasta que por un parque, 2 muchachos (de lo más normales) en un carro estacionado nos preguntan si eramos de la zona. Yo capté la situación al toque y no les respondí. Seguimos avanzando para entrar a otra calle y al voltear la mirada, veo como estos dos pobres diablos le hacían una señal de "ATAQUEN!" a otros dos que se veían mas dispuestos a emprender una correteada seria. Chapé mi tabla con las manos y corrí lo más rápido que pude. No recuerdo porqué ese maldito día me puse las tabas mas pesadas del mundo y sumado a no se que objetos que llevaba en la mochila, mis amigos me pasaron y me encontraba a escasos centímetros de los rufianes. Uno me chapó de la mochila hacia atrás y comenzó el forcejeo con los tipos. Mientras mis amigos solo miraban el espectáculo y se quedaban absortos yo recibí un par de sendos puñetazos en el rostro. Mientras pensaba en que movimiento hacer, una de mis manos soltó el skate y se dirigió a la cara de uno de los choros. Combo en el blanco! Como respuesta recibí uno más en la cara y dos en el brazo ante lo cual cedí mis fuerzas y vi como lentamente el skate se alejaba de mis manos. Los ladrones corrieron al encuentro de los otros dos y desaparecieron en un auto.
Ya sin esperanzas, con mis colegas nos dirigimos a la avenida Bolivar y vimos una camioneta de policía. Le explicamos lo ocurrido y su única respuesta fue. "Deben tener más cuidado, chicos". Me hervía tanto la sangre que lo único que atiné a responderles fue "Gracias, hijos de puta" que felizmente no llegaron a escuchar.
Desconsolado regresé a casa, con tristeza y sin skate.
No hay comentarios:
Publicar un comentario